Mi interés sobre la conocida expresión “Todos los caminos conducen a Roma” radica en el significado actual que se le ha dado en lo referido a “alcanzar” a Dios, como si cualquier movimiento religioso que que pueda parecer interesante o cómodo pudiese constituir uno de los “tantos” caminos para alcanzar a Dios y la salvación.
La expresión “todos los caminos conducen a Roma” proviene del antiguo Imperio Romano (27 a. C.- 476 d. C.), durante el cual se construyeron más de 400 vías (unos 70.000 kilómetros) para comunicar la capital, Roma, considerada el centro donde convergía el poder del imperio, con las provincias más alejadas.
Esa era, por entonces, la realidad de Roma. Hoy en día, cuando la gente aplica a Dios esta expresión en un intento ecumenista, yerra.
Jesús dijo:
Juan 14:6 Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Si Jesús es el único camino, todos aquellos que creen que lograrán alcanzar a Dios mediante prácticas de la Nueva Era (yoga, meditación metafísica, control mental, etc.) cumplimiento de normas de religiones -orientales y occidentales- o a través de brujos “blancos”, ritos umbandas o satanistas, drogas, etc. están lentamente caminando hacia su propia perdición.
Mateo 7:13-14 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Este es el punto en el cual Jesús se transforma en piedra de tropiezo con las demás creencias existentes: Él reclama ser el “único” camino, la única verdad y la única vida verdadera.
Las diferentes creencias se saludan amigablemente unas a las otras, se abrazan y se dicen: “gracias por colaborar, pues todos los caminos conducen a Roma”. Así se han formado grupos ecuménicos en los que todas las creencias se juntan y comparten enseñanzas. Sin embargo, la única forma de que un simpatizante cristiano pueda compartir este tipo de reuniones, es OMITIR DELIBERADAMENTE las contundentes declaraciones de Jesús y tomar al Salvador como “un profeta más” (dije “simpatizantes” porque ningún cristiano convertido acallará la realidad bíblica de Jesús).
Jesús también dijo:
Juan 10:9 Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos.
Siendo que la Biblia es la Palabra de Dios, estas declaraciones no pueden pasar desapercibidas. Son contundentes, radicales de por sí y no dan lugar a ningún retruco. Muchas personas podrían perderse para siempre por ignorar que no que todos los caminos los llevan a Dios. Es el peligro de las frases hechas.
¿Cómo se entra por medio Jesús a la salvación?
Efesios 2:8-9 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.
Nadie podía ser tan “bueno” como para poder ganar su salvación por sí mismo. Los antiguos nunca pudieron cumplir la ley de Moisés completa. Por eso Dios nos hizo este regalo: entregó a Jesús para que por medio de la fe podamos obtener salvación, y no por medio de las obras.
El amor intenso de Dios hacia la humanidad como creación Suya, le llevó a diseñar un plan muy simple para que el hombre logre una relación con Él y pueda recuperar todo lo que perdió a causa del pecado original (Adán): Creer en la obra que Jesús llevó a cabo. Isaías profetizó que Jesús sería “molido” para cargar sobre sí mismo los pecados de la humanidad. También dijo que sería “herido” para cargar las enfermedades (consecuencia del pecado original) sobre sí mismo para que nosotros ya no las tengamos que cargar (Isaías 53:4,5). Entonces hay disponible una provisión de perdón y sanidad para el hombre.
La provisión de Perdón es la que nos salva.
¿Cómo accedemos a la provisión?
Romanos 10:9,10 Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.
Si al leer el testimonio de la Palabra de Dios puedes creer la obra redentora de Jesús, quien cargó sobre sí nuestros pecados y enfermedades, entonces la provisión es tuya e inmediatamente pasas por la puerta y tomas el camino. No uno de los que lleva a Roma, sino el de la salvación.
Bendiciones!